
"Es la generación mala y adúltera la que busca señales. Mostradme Santos de los Ultimos Días que tienen que nutrirse con milagros, señales y visiones fin de conservarse firmes en la Iglesia, y os mostraré miembros de la Iglesia que no son rectos ante Dios y que andan por caminos resbaladizos. No es por manifestaciones milagrosas dadas a nosotros que seremos establecidos en la verdad, sino mediante la humildad y fiel obediencia a los mandamientos y leyes de Dios. Cuando me inicié en el ministerio en mi juventud, frecuentemente iba y le pedía al Señor que me manifestara alguna cosa maravillosa, a fin de que pudiese recibir un testimonio. Pero el Señor no me concedió milagros, y me mostró la verdad, línea por línea, precepto por precepto, un poco aquí y un poco allí, hasta que mi hizo saber la verdad desde la corona de mi cabeza hasta l planta de mis pies, y hasta que fui completamente depurado de la duda y el temor. No tuvo que enviar a un ángel de los cielos para hacerlo, ni tuvo que hablar con trompeta de arcángel. Mediante el susurro de la voz quieta y delicada del Espíritu del Dios viviente El me dio el testimonio que poseo; y por este principio y poder dará a todos los hijos de los hombres un conocimiento de la verdad que permanecerá con ellos y los hará conocer la verdad como Dios la conoce y cumplir la voluntad del Padre como Cristo la cumple; y ningún número de manifestaciones maravillosas realizarán esto jamás. Es la obediencia, la humildad y sumisión a los requisitos del cielo y a ese orden establecido en el reino de Dios sobre la tierra, lo que establecerá a los hombres en la verdad. Estos podrán recibir visitas de ángeles ; podrán hablar en lenguas, sanar a los enfermos mediante la imposición de manos, podrán tener visones y sueños, pero a menos que sean fieles y puros de corazón, serán fácil presa para el adversario de sus almas el cual los conducirá a las tinieblas y a la incredulidad con mayor facilidad que a otros." (Doctrina del Evangelio pág 7).